La responsabilidad afectiva significa vincularse de una manera equilibrada con el otro, en este caso, con tu pareja. Se trata de cuidar a tu pareja tanto como te cuidas a ti.
¿Y qué es?
Responsabilizarse afectivamente implica compromiso con y hacia el otro. Significa que tenemos en cuenta, aceptamos, respetamos y damos valor aún sin estar de acuerdo a las emociones, los pensamientos, las necesidades y los valores del otro.
Los dos estamos al mismo nivel, ninguno es más que el otro. Somos igual de importantes, sin menospreciar como es, siente, piensa y opina el otro.
¿Y qué solemos hacer, responsabilizarnos o escapamos de ello?
Lo que nos suele suceder es que priorizamos las necesidades del otro a toda costa abandonandonos a nosotros o todo lo contrario, sólo viéndonos a nosotros y haciendo que el otro apenas exista.
En los dos casos estamos vivenciando en nuestra relación de pareja la dependencia emocional, directa e indirecta y esto será detonante de problemas de pareja que causan desequilibrio, malestar y relaciones desiguales.
Socialmente no nos han educado para que pongamos la atención en que los dos miembros de la pareja son lo mismo y están en igualdad de condiciones, donde las necesidades, valores y pensamientos de ambos valen por igual.
En muchos casos esto lo hemos aprendido en las relaciones poco sanas que hemos visto que tenían nuestros padres o los adultos que nos cuidaron.
Lo que hacemos siendo adultos es reproducir lo que vimos en casa de una manera muy inconsciente, sin darnos cuenta.
Y en algunos casos, llega un día en el que vemos que estamos haciendo lo mismo que hacían nuestros padres, copiando sus maneras de relacionarse, de comportarse, de intimar y un largo etcétera.
En nuestras familias en algunos o muchos casos vimos como uno de los dos progenitores se desvivia por el otro y como perdía su identidad por amor.
En otros vimos como uno de los progenitores se mantenía cerrado con su armadura y sólo contemplaba ver su opinión, manera de hacer, pensar, sentir y rechazaba todo lo que venía del otro.
Muchas parejas cambian hábitos de vida, de comida, maneras de vestir o se niegan a hacer ningún cambio por insignificante que sea por miedo a ser dominados y ceder.
Esto, en muchos casos nos ha llevado a perdernos en las necesidades del otro olvidándonos de nosotros o por lo contrario necesitando pisar al otro debido a un gran complejo de inferioridad.
Solemos movernos como roles preferidos entre la servidumbre y el egocentrismo.
¿Cómo puedo saber que no estoy siendo responsable afectivamente con mi pareja?
Cuando nos solemos mover entre el perdernos a nosotros poniendo la atención en el otro o todo lo contrario, centrándonos exclusivamente en nosotros, perdemos de vista el equilibrio que conlleva la responsabilidad afectiva estando en pareja.
En terapia individual solemos explicar la manera sencilla de estar estando en pareja y esta seria cuando decimos: cuando estás en pareja lo ideal es, no estar muy pendiente del otro ni sólo pendiente de ti, estar en un lugar intermedio, donde puedas escuchar tus necesidades, validarlas y pedirlas al otro sin miedo y donde puedas ver, escuchar y oír qué le sucede al otro sin perderte en salvarlo ni tampoco en ignorarlo.
Poder estar conmigo y contigo y en este baile, encontrar el equilibrio perfecto para los dos, el que nos cause bienestar emocional a ambos.
¿Y cómo sé que estoy dejando de responsabilizarme afectivamente?
Cuando te veas haciendo o actuando de alguna de estas maneras es probable que estés dejando de responsabilizar afectivamente de ti y del otro.
- Cuando no valores, escuches y respetes tus emociones y las de tu pareja. Por ejemplo, quizás me sepa escuchar, cuando estoy triste, pero no lo hago cuando el otro/a lo está e incluso lo menosprecio no dándole valor a lo que le está sucediendo.
- Cuando no respetes los límites del otro, los que te pida o necesite que tu conoces y no sepas expresar los tuyos, también pidiendo según tus necesidades de manera sana y sin generar discusiones.
- Cuando juegues a la adivinación pensando que el otro/a debería saber qué te pasa y qué necesitas. ¡Nada más lejos de la realidad! Esta actitud te aleja de ser responsable y te coloca en un rol de víctima y niño/a. Como adulto que eres, expresas a tu pareja qué te sucede y pides lo que necesitas, sin sentirte culpable por ello.
- Cuando omitas información necesaria para la relación o que el otro debe saber, ya que puede condicionar qué decisiones tomar en pareja. Un ejemplo de ello sería, si tú quieres tener hijos y tu pareja sabes que no. No decírselo sería no asumir tu parte de responsabilidad omitiendo información muy importante.
- Cuando seas demasiado sincero/a. Decirlo todo siempre, quizás no es necesario ni hace falta para la relación. Hay veces que hablamos de más cuando lo sano es gestionar lo que nos sucede asumiéndolo como nuestra responsabilidad sin tener que ponérselo al otro.
¿Qué beneficios trae la responsabilidad afectiva?
Te vincularás mejor, sanamente y de manera segura.
Dejando de lado la incertidumbre con la que sueles convivir, la inseguridad relacional y las relaciones disfuncionales.
Es importante remarcar que para poder vincularse de una manera sana y equilibrada, primero tengo que aprender a escuchar lo que siento, quiero y necesito.
Una vez me conecte con ello, podré vincularme mejor ya que sabré qué necesito y podré pedirlo.
Podré pedir espacio si así lo requiero o más cercanía o lo que sea que necesite de manera clara y honesta sin necesidad de entrar en juegos psicológicos y roles desiguales entre mi pareja y yo.
Cuando hay dificultades en esto, es necesario acudir a terapia individual o terapia de pareja para poder ver qué está sucediendo y no estáis pudiendo ver como pareja o de manera individual, que os puede estar causando estos problemas que tanta incomodidad y malestar os genera en vuestra relación y así llegar a acuerdos mutuos, a la tranquilidad y conexión entre vosotros.