En este artículo te voy a contar las fases del duelo por las que pasamos cuando sufrimos una ruptura o pérdida, y más concretamente la historia de Abril.
Los primeros días tras la separación Abril pasó por una fase de NEGACIÓN que se corresponde con el shock inicial y le pudo durar de uno a varios días.
Pasados estos días pasó por la fase de INSENSIBILIDAD, ya que no se creía lo que había sucedido y si la veías, ni sentía ni padecía.
Pasado esto, entró en la fase de TRISTEZA, en esta etapa ya se creía lo que había sucedido y pasó del shock y el bloqueo inicial a la tristeza y el dolor.
Se calmó cuando le dije que la tristeza es la emoción que corresponde a cualquier tipo de pérdida, y que es sana y necesaria en este proceso.
A los pocos meses entró en la fase del MIEDO, LA ANGUSTIA Y LA CULPA. Tenía miedo a lo desconocido, a estar sola, y a no saber qué le depararía el futuro, a hacer tareas sola… el miedo a no saber qué le depararía era muy grande y se calmaba cuando le decía que también era una fase normal y necesaria en su proceso.
Otra emoción que tuvo fue la ANGUSTIA, hacer los trámites de la separación con el hijo que compartían y el tener que saber cosas de su ex, la llevaba a tener momentos de mucho malestar y ansiedad.
Se sentía CULPABLE y no paraba de preguntarse cosas como: ¿qué hubiera pasado si hubiera hecho tal cosa o tal otra?
Entonces pasadas todas estas emociones tan necesarias, al poderlas transitar y sentir plenamente, sin negarlas, contactó con la IRA.
Se sentía muy rencorosa y rabiosa con su ex por todos los esfuerzos y sacrificios que había hecho a lo largo de los años.
Sentía que el otro era el malo y esto estaba bien, ya que esta fase le dió la fuerza y el impulso para iniciar la fase de la nostalgia y seguir avanzando.
Pasadas todas estas etapas y ya habiendo pasado unos 6 meses, entró en la fase de la NOSTALGIA.
Ella me decía que se parecía a la tristeza pero tenía emociones mucho menos intensas. Esta fase le sirvió para hacer un trabajo de introspección y perdón hacia ella y hacia su ex, siendo un momento ideal para hacer una revisión de la relación.
Al séptimo u octavo mes entró en la fase de la SERENIDAD, me decía que quería estar bien y pasar página y seguir con su vida, le apetecía mucho empezar a tener más vida social y a exponerse a situaciones y lugares que antes evitaba.
Y al décimo mes llegó la ACEPTACIÓN, última fase del duelo, el proceso había concluido, se sentía capaz de pensar en su ex sin dolor y ya ni le pasaba por la cabeza la idea de volver.
Había hecho el duelo y con ello había aprendido mucho. Abril ya no es quien era hace 9 meses, sinó una mujer totalmente nueva y renovada.